domingo, 4 de septiembre de 2011

Cartas de mi a mi.

Un día te levantas con una sonrisa sin saber por qué, con esa cara de idiota y cantando canciones que nisiquiera te gustan, pero no puedes evitarlo, te sientes bien y eres feliz, algo llama tu atención y hace que vuelvan a revolotear esas mariposas que te hacen cosquillas desde la planta del pie hasta el estómago.
Es entonces cuando empiezas a pensar que quizá todo lo que sufriste en su día te haya servido de algo.
Puede que ese duro y largo camino que has pasado sola aguantándote en pie, al final resultará ser beneficioso, habrá merecido la pena de una forma u otra, pero sabes que ya nada podrá volver a dolerte como te dolía antes, volveras a sonreír como lo solías hacer, y volveras a reír con fuerzas y con ganas, no serán risas vacías...
Recuperarás las ganas de vivir cada segundo como si fuera el último, volverás a pintarte para ir más mona como lo solías hacer: recuerda que te encantaba cuidarte e ir siempre perfecta.
Volverás a dejar a un lado el chandal, las zapatillas de deporte y la tristeza, y volverás a enfundarte tus tacones, como chica presumida que siempre fuiste. Dime, ¿por qué dejaste que te quitaran tu amor propio? Al final resulta que tuviste suerte y lo recuperaste, y poco a poco vuelves a ser la misma chica.
La que no puede llevar un pelo fuera de su sitio "por si acaso" te lo cruzas, la que no utiliza una sonrisa como una máscara, la utiliza porque la siente de verdad y quiere sonreír, la que se pasa horas cantando y bailando canciones alegres y lo hace todo con ganas, nunca triste ni dejada, y has de agradecérselo a la pequeña estrellita que un día se cruzó en tu camino, porque sin él, nunca habrías vuelto a ser tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario